De crueles y justicieros

La intervención del emir de Granada en la guerra que Castilla libra con Aragón obligará a don Pedro a firmar con los aragoneses una incómoda y precipitada paz. Una vez contenida la amenaza musulmana, el rey de Castilla reanudará la guerra con Aragón con renovada dureza e intensidad. Incapaz de frenar a los castellanos, don Pere recurrirá de nuevo al auxilio de don Enrique de Trastámara, pero en esta ocasión, el hermano bastardo de don Pedro no regresará solo a Castilla, sino que lo hará acompañado de las temibles compañías, ejércitos de crueles e implacables mercenarios que combatirán bajo las órdenes de Bertrand du Guesclin.

Don Pedro, alarmado por la invasión de las tropas de don Enrique, pedirá ayuda a su aliado, Eduardo de Woodstock, príncipe de Aquitania y heredero al trono inglés, que advirtiendo el peligro que supone para Inglaterra que en Castilla gobierne un rey impuesto por los franceses, aceptará participar con sus tropas en la guerra civil castellana.

Apoyados por sus aliados, don Pedro y don Enrique librarán una lucha fratricida por el trono de Castilla que solo concluirá cuando uno de los dos haya sido definitivamente derrotado.